La corrupción es ese mal supuestamente endémico que aqueja nuestra amada América Latina… es ese cáncer que va mellando la competitividad y tan nocivo para los negocios… es esa enfermedad que tiene un efecto desproporcionado y destructivo sobre los más vulnerables, sobre la calidad de vida y sobre la seguridad de los ciudadanos…

Recuerdo que en una ocasión me preguntaron: “¿La corrupción vendrá incrustada en los genes de los mexicanos?” y esto me puso a pensar, por lo que decidí ponerme manos a la obra y hacer una pequeña investigación. Aquellos que tuvimos la suerte de tener un maestro de historia que nos inculcara la comprensión de la condición humana a lo largo del tiempo, solemos buscar analogías en la historia, así que la primera referencia que me vino a la cabeza fue el Código de Hammurabi (una de las leyes más antiguas), donde se penalizan actos relacionados a la corrupción y también el primer caso de soborno documentado en la antigua Sumeria, considerada la civilización más antigua del mundo.

Esto nos hace reflexionar que es posible que desde que el hombre es hombre, la tentación de caer en prácticas corruptas ha estado presente, entonces pregunto: ¿la corrupción vendrá incrustada en los genes de los mexicanos? Mi respuesta es NO, de estar presente, está presente en los genes de toda la humanidad. La gran diferencia entre un danés o neozelandés, que comparten el primer lugar en el índice de corrupción y un ciudadano de alguno de nuestros tan pobremente calificados países latinoamericanos radica principalmente en tres elementos:

  1. Educación en materia de ética y anticorrupción
  2. Controles funcionales eficaces que permiten vigilar el cumplimiento ético y legal
  3. Consecuencias derivadas de los actos de corrupción.

Estos tres factores son clave en el desarrollo de una cultura de ética en los negocios, en el servicio público y en la responsabilidad de todos nosotros como ciudadanos.

Es aquí donde la Norma ISO 37001, las Reglas de la ICC para Combatir la Corrupción, el Programa anticorrupción de ética y cumplimiento de la ONU, los Principios para hacer frente al cohecho de PACI, la Guía de Buenas Prácticas sobre Control Interno, Ética y Cumplimiento de Normas de la OCDE o cualquiera de las herramientas incluidas en un larguísimo etcétera se hacen útiles.

Y ya que estamos en el tema de las herramientas, vamos a ver de qué manera, una de mis herramientas favoritas, si no es que la más, puede ayudar a un país a encaminar sus esfuerzos en materia de lucha en contra de la corrupción, o más específicamente en este caso,  en contra del soborno, uno de los pilares de la corrupción, la ISO 37001:2016. Ésta contempla los tres elementos de los que hablábamos y que se deben fortalecer a fin de tener éxito en la lucha en contra de la corrupción:

1. EDUCACIÓN EN MATERIA DE ÉTICA Y ANTICORRUPCIÓN.

Lo primero que hay que identificar en este punto es: ¿qué queremos del personal que vayamos a contratar para aquellos puestos que trabajen con riesgos altos de soborno?, por lo que la norma nos establece lineamientos para hacer una debida diligencia del personal con el que se va a trabajar y cuidar las condiciones de contratación, a fin de no establecer bonos o premios ligados a metas que pudieran incentivar la corrupción.

Por otra parte nos obliga a que el personal sea objeto de formación continua y desarrolle conciencia acerca de cuál puede ser el riesgo y el daño que puede resultar del soborno, tanto para ellos como para la organización; de en qué circunstancias, como reconocerlas y cómo reaccionar ante situaciones de exposición al soborno; las implicaciones y las consecuencias de llevar a cabo actividades ilegales; y asegurarnos de que el personal conozca las herramientas a las que tiene acceso para combatir el soborno.

2. CONTROLES FUNCIONALES EFICACES QUE PERMITEN VIGILAR EL CUMPLIMIENTO ÉTICO Y LEGAL.

Una de las claves que tiene cualquier organización, gobierno o país para fortalecer la cultura de ética y lucha contra la corrupción es el establecimiento de controles que realmente funcionen para, valga la redundancia, controlar las actividades expuestas a riesgos de soborno en cualquier organización. Para esto existen muchos tipos de controles a implementar como: la investigación de con quién o para quién trabajamos (debida diligencia), el padrón de proveedores, la eliminación del uso de efectivo, el llevar registros contables fidedignos, el establecimiento de una línea de denuncias anónima y confiable; los sistemas informáticos protegidos; la disminución de interacciones humanas en trámites; o la realización de auditorías u otros procedimientos de investigación.

3. CONSECUENCIAS DERIVADAS DE LOS ACTOS DE CORRUPCIÓN.

Hay mucha literatura que dice, con la mejor intención del mundo, que estos sistemas deben ser por mero convencimiento de los individuos, pero algunos necios anticuados como yo, creemos que para las conductas que violen la ley, normativa o ética de las organizaciones, debe haber consecuencias. El saber que un acto ilegal va a tener consecuencias ayuda a que los individuos sean más recatados o cuidadosos de la ley. Reflexionemos, ¿Usted se pasaría un alto o daría una vuelta prohibida en países como EEUU o Europa?

Es aquí donde es importante que las personas conozcan las consecuencias de sus actos, pero que sepan de la misma manera que, en caso de conducirse de manera inapropiada, esto acarreará consecuencias. Dentro de la norma se establece que desde la contratación y reglamentos internos de trabajo se deben establecer capacidades sancionadoras y que hay un compromiso de atacar las conductas indebidas en la organización.

Por último me gustaría hacer mención de esfuerzos que se empiezan a observar o que deberían empezar a realizarse a fin de mejorar nuestros índices de corrupción en América Latina:

Emisión de normativa anticorrupción y de rendición de cuentas:

Cada vez hay más gobiernos que tienen normativa específica en estas materias y esto denota el compromiso existente para erradicar este tipo de conductas.

Proveedores que tengan establecidas “políticas de integridad”:

Se ha venido trabajando en incitar a los proveedores de gobiernos, a través de requisitos establecidos en las bases para las licitaciones públicas, a que establezcan sistemas como ISO 37001, Reglas de la ICC, Lineamientos de la OCDE u otras herramientas que permitan luchar en contra de la corrupción.

Entidades de gobierno con Sistemas de Gestión Antisoborno:

Es hora de que los gobiernos empiecen a implementar sistemas de gestión antisoborno en los distintos trámites que se realicen en el ente gubernamental, sobre todo en aquellos que se encuentran constantemente expuestos a riesgos de soborno como licitaciones, trámites de permisos o licencias, estudios medioambientales, auditorías fiscales, etc.

Nunca olvidemos que la corrupción no es responsabilidad exclusiva del gobierno, de los ciudadanos o de las empresas, siempre hay una conjunción de factores que hacen posible que ésta se materialice. Esforcémonos todos para atacar este mal que amenaza seriamente el estado de derecho y el desarrollo sostenible.

MBA Luis Domingo López Díaz

Director Comercial, ATR

Auditor especialista en Sistemas de Gestión Antisoborno